viernes, octubre 28, 2005

Familias italianas: Mil años hundiendo planes.

Después de las guerras (y del contubernio judeo-masónico), lo que más desgracias ha causado a la sociedad occidental son, con pocas dudas, las familias italianas. Podríamos irnos hasta Roma buscando antecedentes en esas madres imperiales que envenenaban a los posibles obstáculos de sus hijos, pero consideremos sólo desde que los italianos empezaron a hablar italiano que, como todo en Italia, es más una familia de dialectos que una lengua. En efecto, desde los Borgia que sembraban la inquietud en la Italia renacentista hasta los clanes mafiosos, las familias italianas no han dado al mundo más que problemas. El Conde Ugolino, según Dante, devoró a sus propios hijos. Napoleón era un pequeño hombre engrandecido que sólo ante la presencia de su mamma corsa se convertía en un gran hombre empequeñecido. La madre de Marco le hizo recorrer medio mundo con el mono a cuestas (tan pequeño y ya drogándose). Mussolini ponía multas a los solteros y daba generosas subvenciones a las familias sabiendo bien que su ejército más letal no lo formaban divisiones tanques, sino millones de babbi y mamme. El único italiano un poco sensato parece ser un tal Geppetto, que para tener un hijo prescindió totalmente del anecdótico e incómodo trámite de formar una familia y se lo construyo él mismo como quien monta la maqueta de un barco por fascículos.
Lo peor, con todo, que le puedes hacer a una familia italiana es intentar hacer algo con su hija. El caso más conocido es el de Romeo Montesco, natural de Verona. El pobre Romeo sufrió lo indecible por mostrar cierto interés por Julieta con la desaprobación de la familia de ella. Los padres no veían muy bien que se fuese con ese tal. Las consecuencias, todos las sabemos.
¿Qué me han hecho a mí las familias italianas? De momento no he sufrido una vendetta, menos mal, pero tengo mis razones para recelar de ellas. Lo que prometía ser un fin de semana ideal con Elena en Londres a mediados de noviembre quedó frustrado por la negativa de los padres de ella, con la discusión consiguiente y el disgusto de la pobre ragazza. No los conozco en persona, pero las madres italianas suelen ser pasionales mujeres de armas tomar. Los padres, en cambio, son tipos adustos y con cara de pocos amigos a los que no les hace falta enfurecerse: sólo con una mirada ya cortan gargantas. Pero, como decía Vito Corleone, al final," lo más importante es la familia."

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eres un personaje Ramos...eso sí, escribes de puta madre. Menos mal que cambiaste el dibujo por las letras hace años.
Saludos