Los dibujos del Tío AlbertoEsta mañana volví del taller con una sorpresa. Estaba buscando entre los libros de arte de Mauro alguna monografía sobre Tamara Lempicka o Schiele de la que pudiese sacar alguna lámina para robarle detalles y así hallar la forma de mi siguiente cuadro. En la tapa de un catálogo vi un nombre familiar y saqué el librito de un estante. Eran las fotografías de una colección de cuadros de mi tío Alberto. Mi tío Alberto, como el de la canción de Serrat, es un genio bohemio y bigotudo. Vivió en Ibiza muchos años y volvió hace poco a Grado donde lleva una vida retirada, tan retirada que pueden pasar meses e inclusos años sin ser visto. Dice mi padre que si se hubiese vuelto un poco más comercial, ahora sería uno de los grandes nombres de la pintura española. Puedo ver a veces a mi padre como un hombre aburguesado que ha perdido la sensibilidad artística, pero aquí le doy la razón. El tío Alberto es un prodigio. Yo conocía de él su pbra más reciente, abstracta y colorista, donde parece que imita texturas. El catálogo que cogí es de hace veinte años y ´tiene un estílo completamente diferente. Aquí las imágenes son extraños paisajes, cielos a veces, montes arbolados otras veces y muchas láminas son masas de agua. Pero no són paisajes de pintor de salón de estar, sino que son vista extrañas, con reflejos inusuales, a veces cortadas por objetos que cruzan el cielo y parten el cuadro. En algunas fotos yo creía que estaba ante una fotografía y que lo que había hecho era un collage de ofto y pintura. Estaba confundido: el único material era el lápiz y el realismo que tenía no era el realismo académico de las convenciones, sino una maestría artesanal que me recuerda mucho a las estampas de Escher.
Ich bin dunn!Ayer anduve todo el día la mano marcada. Es poco discreto pero permite desarrollar temas de conversación con desconocidos que te preguntan quién te ha hecho eso. No cansado con cubrir todo papel que pasa ante mí con caligrafías, retratos y mapas, he ensayado el "body-art" y me he prestado a servir de lienzo. El jueves por la noche había ido a la fiesta Erasmus, animado por Claudia, una de las alemanas que conocí en Bochum y que ha venido a estudiar a Oviedo. Al día sigui9ente tenía clase, pero logró convencerme. Ahí, además, nos encontramos cn otros “bochumeros” como Maite o Pablo. Además, estuve con más gente conocida, como Alba o el curioso tándem formado por Manuel Orón y Jacobo Sánchez. Al contrario de lo que me sucede a mí, ellos tienden a ser más reservados a la hora de tratar con erxtranjeras, así que disfruté enormemente cuando veían que yo conocía a todas y hablaba con ellas. Me contaron un par de historias de donjuanes. Jacobo está trabajando en un trabajo bastante apropiado para él: en un bar de chicas de dieciseis años "a donde van los de veintitres para pillar carne". Y Orón, con sus batallitas. Al final les logré colocar a una alemana, que iba con una húngara que conocí en la mansión del señor A. Imperio Astro-húngaro. ¿Cómo acabé exibihiendo mi tontura por ahí? Estaba bailando alegremente con Claudia cuando de repente le dije:
-Bueno, mañana a las diez en clase, ¿no?
- ¿Qué?- me respondió Claudia
-Sí, ¡Hispanoamericana! - le respondíClaudia no entendía ni una de las palabras que salían de la boca de Roca, el profesor que da Hispanoamericana y no creo que se deba al hecho de ser alemana. De modo que yo le animé a cambiarse a mi grupo, al de Virginia, una profesora joven y tremendamente pasional, convencido de que teníamos el mismo horario. Lo tenemos, pero en tres de las cuatro clases de la semana. La cuarta, la tenemos nosotros el viernes y el otro grupo el lunes.
-Te voy a matar- me repetía Claudia- No sabes el trabajo que me costó encontrar una asignatura sin clase los viernes.Y cada poco hacía ademán de golpearme. No se lo tomó demasiado mal, me parece. Si todos sus enfados son así, tiene un mal humor encantador. En una de estas ella y Maite me agarraron la mano y sentí un cosquilleo. Tengo un tacto muy fino y podía adivinar lo que me estaban haciendo. Lo confirmé cuando, ya liberado de la prensa, me llevé la mano derecha a los ojos y pude ver escrito sobre ella: -¡Qué tonto soy! Ella no se libró y me vengué pintándole un sol en una palma y en la otra "Tengo clase a las 10". Para que no se sintiese mal, me puse a mi mismo en la otra palma "Yo también". También conocí a las compañeras italianas de Claudia. Sencillamente italianas. "Ti aspetto fuori", me decía agitando el puño y con la voz más mafiosa que he escuchado desde que el pequeño Nino me introdujo en el mundo de los "negocios familiares" en Bochum. Una cosa más: Claudia es la segunda chica que conozco que tiene spray antivioladores en el bolso. Casi me lo vacía en la cara, por cierto (en broma, claro). La otra pesona que conozco que lo tiene es Adèle. Estas pobres chicas Erasmus deben aprender que en Oviedo no hacen falta esas cosas.
Mi "yo" italianaAyer descubrí que tengo una doble italiana. La ví de lejos, sentada en el pasillo. Por un momento creía que era Carmelito, pero fallé. Era muy guapa de todas maneras y me intrigó mucho: nunca la había visto por ahí. Me acercé y le miré de más de cerca mientras entraba en clase. Sí, no desmerecía de cerca. Por casualidad se sentó a mi lado y cerró un horario que había estaba leyendo. Con mis ojos inquietos leí una palabra: "Lunedí"·-¿Italiana?- le pregunté
Ella me sonrió y asintiió:
- ¿De donde, de qué ciudad?
-De Padua
¡¡¡Entonces era ella!!! Ella era la chica que estaba ocupando mi plaza aquí. Por si alguien no lo sabe, yo tendría que estar ahora en Padua, pero circunstancias personales me hicieron rechazar la beca una vez conseguida en el último momento. Y lo hice en septiembre, unos días antes de comenza el curso.
De modo que esa chica era el "prisionero intercambiado" cuya sitio debía de estar yo ocupando en ese momento. Cuando acabó la clase nos presentamos formalmente. Se llamaba Elena y, para ser italiana, parecía muy agradable. Confieso que las italianas no me inspiran confianza. Pero esta parece diferente, al menos te escucha cuando le hablas. Le pregunté las asignaturas y me dió un motivo para reirme un poco:
-¿Quién te da gramática?
-¿Eh... la professora Giosefina Martínez
Debió de observar atónita como empezaba a llamar a Arsenio y a decirle que la italiana tenía clases con "Giosefina" y que los dos intentábamos contener la carcajada:
-Parese muy dura- observó Elena.
No lo sabe bien, pobre chica. Es la primera Erasmus que recuerdo que va con "Giosefina".
La carajada si que la dimos Arsenio y yo haciendo carreras de sillas con ruedas en la vacía biblioteca de filosofía. Pero ya he escrito demasiado por hoy y no detalláré más. Voy a prepararme unos rollitos primavera o algo de cenar.
Tschüss!!