
jueves, junio 30, 2005
Así son los hombres. Homenaje al chico sensible.

domingo, junio 19, 2005
Erasmizándose
- Cuando te das cuenta que la mayoría de tus amigos no habla tu lengua ( y el resto es extremeño)
- Cuando dices "¡Vamos de excursión!" y la gente no te mira con cara rara.
- Cuando dices "¡Vamos de excursión!" y esa excursión no se posterga hasta el infinito
- Cuando una mujer cocina para tí y : a) no te sientes abusivamente machista y b) no es tu mami.
- Cuando te encuentras a las dos de la mañana, un martes, con examen al día siguiente, bebiendo vino y comiendo pan y queso en casa de una persona a la que acabas de conocer hace diez minutos.
- Cuando hablas con una persona española e inconscientemente evitas usar giros y expresiones.
- Cuando el tipo con el que hablas tan relajadamente fue a clase con Guillermo de Inglaterra y el de al lado se recorrió un continente andando y tú piensas que lo más emociuonante que puedes contar fue aquella vez que te caíste de la bicicleta.
- Cuando nadie te entiende los chistes de Chiquito, ni las menciones a Chanquete ni se desternilla con tu chiste de vascos.
- Cuando conoces a una persona a la que le gusta Andy y Lucas y tiene una carrera universitaria.
- Cuando te encuentras dando brincos por la calle, recitándo cántos en lenguas extrañas y no te ha poseído el diablo.
- Cuando te vas de vacaciones por Europa pagando sólo el alsa o el easyjet porque, al igual que Arsène Lupin, James Bond o Giacomo Casanova, tienes un buen número de residencias distribuidas estratégicamente por todo el continente.
jueves, junio 16, 2005
El sur también existe
Y se fue. Se fue Fer, el serón, el mapashito, Fernando, Pferd, er Nano. Y eso se merecía escribir algo en el blog. Fernando el extremeño, de una tierra poco conocida por aquí y que todavía tiene muchas sorpresas. Genéticamente tengo una cuarta parte de extremeño; espiritualmente, la mitad.
Se acaba la universidad. Una parte de mi vida se cierra y yo creía que me iba a patiren astillas dolorosas al despedirme de otras personas. Llevaba cinco años escogiendo palabras que pudiese más tarde regiswtrar en mi recurdo y últimas imágenes que nunca iba a olvidar. Tanto tiempo cultivando una angustia de despedida... y ahora no la siento. Nada. No hay nostalgia en la que recrearse ni echo de menos los recuerdos.
En cambio ya comienzo a echar de menos a una persona con la que no contaba. Nos conocimos en la más novelesca de las situaciones, como invitados a una recepción rea. Conozco a los príncipes y al segundo lo conozco a él. Yo había acudido con la que después se convertiría en nuestra Pequeclaudia y que entonces sólo era Claudia a secas porque todavía no nos habíamos constituido en alegre trinidad. En la coctelería del Reconquista, echados enlos sillones, persiguiendo a princesas y atletas, acabamos hablando de Extremadura como si los dos estuviésemos ahí y aún casi no sabía ni su nombre.
Al día siguiente descubrí, sin decir yo nada, que él también tenía fijación con traducir al español The Catcher in the Rye. Y a partir de ahí fue llegando todo los demás. El jamón, la nieve, el ¡hacho!, la sidra, lah bellotah, las partidas, el algún día, las leyendas de Salamanca, las visitas a Avilés, las comidas a las diez de la noche, los festivales del humor, los chocolates, el trío peligroso... Estos terribles Zipi y Zape.
Sobre todo, el recuerdo de un año más divertido en el que no eché de menos el frustrado Erasmus. Disculpenme esta melancolía.
Y me ha quedado una razón más para volver a Extremadura.